7.27.2008

deporte


Empataban, apenas quedaban unos segundos... Chema recibió la pelota, saltó, giró sobre sí mismo y lanzó con todo el ímpetu que le quedaba tras un agotador partido de balonmano playa. Detuvo el portero. Chema, en la arena, sudaba frustración, y, aunque en la prórroga se impusieron (o no, que más dá) hasta la ducha y un buen rato después no consiguió quitarse el amargo líquido del fallo. Lo grande es que al día siguiente volvió a jugar, como si nada.

1 comentario:

Caro Marin dijo...

Una buena exposición en el momento perfecto.

Me encanta el contra luz.

Grácias por tus comentarios Javi.